miércoles, 10 de julio de 2013

Educadores/as sociales en la Educación formal. Edición actualizada



Hace algún tiempo atrás, pensar que lxs educadorxs sociales podían llegar a insertarse en la llamada "educación formal ", era aventurarse a proyectar una construcción a largo plazo,tan ideal como lejana. Sobre todo pensando en los estereotipos en torno a lo formal y lo no formal y a la dificultad de alinear las miradas de estos dos universos en torno a una concepción pedagógica cercana, que lograra emparentarlos.

Parecería difícil de comprender- ingenuamente- que como profesionales de la educación estuviéramos- ¿y en cierta medida aún estemos?- tan distanciados de un ámbito al cual podríamos aportar la especificidad de nuestros saberes y nuestra experiencia como tales. Pero lo cierto es que a lo largo de los años y en los que a educación formal se refiere, maestros y docentes solidificaron un vinculo de primxs hermanxs y lxs educadores sociales nos convertimos en un primx políticx jovencito y distante, que nadie quería invitar a la fiesta.


La coyuntura social y política, la complejidad de las nuevas realidades y la aparición en escena de diferentes proyectos socio educativos generados a partir de ellas, dieron paso a nuevas articulaciones que extendieron nuestro accionar a otros posibles escenarios. Y es entonces que surgieron Programas como Aulas comunitarias, los FPB de Utu, Acreditación de adultos, y algunos pocos Liceos a los que se sumaron mas tarde las Practicas curriculares que desde la Carrera comenzaron a implementarse en ellos. y que junto al resto, pusieron en juego la posibilidad de que estos profesionales de la educación pudieran coexistir y trabajar en torno a un mismo objetivo, sin perder la particularidad de su profesión pero logrando una zona común en la que ambos saberes se pudieran complementar y potenciar.

Desde nuestra experticia quizás el camino andado desde la educación no formal, la cercanía de un vinculo personalizado con nuestros educandos, la posibilidad de trabajar habilidades socio-educativas individuales y grupales, el trabajo con las familias y con otras instituciones que puedan ayudar a sostener este trayecto y enriquecerlo, aparecen como herramientas que desde un acompañamiento sostenido en el día a día, pueden llegar a marcar la diferencia en ese proceso educativo que nuestros educandos emprenden en la educacional media.

La desvinculación, falta de motivación, asistencia irregular y dificultades para sostener a las/los adolescentes en el sistema, son algunos de los obstáculos que nadie desconoce. La complejidad de una realidad cotidiana que a la interna de los centros -sobre todo en lo que hace a la esfera pública aunque no exclusivamente-, se ve atravesada por adolescentes con situaciones personales y familiares muy complejas, relaciones conflictivas entre pares y con los referentes educativos, tensión en la relación familia-institución, dificultades a nivel curricular y tantas otras variables nos desafían a desarrollar estrategias inclusivas y sobre todo una vez plasmado este acceso, de convivencia, que puedan dar respuesta a esta realidad que muchas veces se presenta inabarcable para las figuras tradicionales que suelen integrar la comunidad educativa de estos centros.

Esto no implica que la mera incursión de una figura nueva, pueda lograr revertir las complejidades por las cuales atraviesa la educación formal, ni que como educadores sociales poseamos recetas mágicas que nos permitan actuar en forma aislada y soberbia, pero como ante cualquier otro abordaje seguramente una mirada distinta y exclusivamente abocada a este objetivo, puede llegar a ampliar el horizonte de intervenciones y estrategias y en todo caso complementar las ya existentes. 

Tampoco y hay que decirlo, esta libre de caer en los mismos vicios institucionales que solemos criticar desde la vereda de en frente y entonces la promoción de un encuentro genuino con ese educando de paso a atenderlo por detrás del mostrador. La relación educativa y mas aun en este ámbito no puede estar librada a las necesidad de apagar incendios y/o ser un comodín que esta ahí para ocuparse de aquello que nadie quiere o lo que por falta de recursos no se puede atender. Debe tener siempre al sujeto por delante y como prioridad. Lo cual y ya mas como colectivo nos interpela a la reflexión a torno al alcance de nuestra tarea, a la relación educativa que desarrollaremos con ese educando en este contexto, a los desafíos que supone compartir el campo de acción educativo, a relacionarnos con equipos numerosos y con miradas distintas y a posicionarnos con nuestra intencionalidad educativa que no es exclusiva sino que puede estar supeditada a otras en la que priman otros intereses como pueden ser los curriculares o disciplinares.  En fin, ante nuevos llamado para integrar equipos multidisciplinarios dentro del ámbito liceal,estas reflexiones parecen no perder vigencia y muy por el contrario nos seguirán desafiando a profundizar en ellas.

Saludos
Ed social Marianella Gayula