La cartografía social es, ante todo, una herramienta al servicio de la participación. Una técnica que permite que diferentes integrantes de una comunidad puedan intercambiar, debatir y consensuar aspectos de su realidad o territorio, representándolos de forma creativa a través de mapas mentales o conceptuales. Estos mapas no son otra cosa que representaciones simbólicas, elaboradas a través de diversos lenguajes: dibujo, pintura, collage, fotografía, mapas físicos, entre otros.
Este tipo de práctica parte de una convicción fundamental:
Quien habita el territorio es quien realmente lo conoce.
Por eso, la cartografía social reconoce y legitima los saberes locales como punto de partida para procesos colectivos de reflexión, diagnóstico y planificación.
¿Cómo se elabora una cartografía social?
1. Identificar las necesidades
Todo comienza por definir qué queremos trabajar: un diagnóstico, una problemática comunitaria, una búsqueda de oportunidades, una reflexión sobre la historia de un lugar, entre otros posibles focos. A partir de esto, se elige el tipo de mapa a construir.
2. Formular preguntas orientadoras
El grupo define, por escrito, las preguntas que quiere abordar.
Estas preguntas funcionan como brújula del proceso, y cuanto más claras y precisas sean, más potentes serán las respuestas que emerjan. El rol del coordinador o facilitador es clave para promover la reflexión, sin imponer respuestas.
3. Construcción colectiva del mapa
Con las preguntas como guía, se elabora colectivamente el mapa, incorporando los saberes, vivencias y percepciones de las personas participantes. La cantidad de integrantes dependerá del tema y del objetivo, pero siempre se busca que el intercambio fluya y que todas las voces puedan expresarse.
4. Registro del proceso
Mientras se elabora el mapa, se lleva adelante una memoria escrita que recoja los intercambios, acuerdos, desacuerdos, dudas y reflexiones que surgen.
Este registro complementa lo que el mapa no puede mostrar: el proceso.
Es importante que el espacio físico permita que todos vean el mapa (ya sea en el suelo o sobre una mesa), facilitando así el diálogo.
5. Socialización del trabajo
Tanto el mapa como la memoria del proceso se presentan en un plenario grupal, donde se revisan, discuten y enriquecen los aportes, y se le da cierre colectivo al trabajo.
Ventajas de la cartografía social
Facilita el manejo de información mediante un recurso visual y creativo.
Permite presentar los hallazgos de manera comprensible para todos los participantes.
Promueve la reflexión crítica y el intercambio horizontal.
Fomenta soluciones creativas, transformando problemáticas en oportunidades.
Algunas limitaciones o desafíos
Al ser simbólicos y culturales, los mapas requieren adaptarse al contexto donde se aplican.
Si los participantes no están familiarizados con esta metodología, puede generar confusión o frustración.
Requiere de un clima de confianza grupal, donde las personas se sientan habilitadas a expresarse y reflexionar.
La cartografía social no es solo una técnica: es una forma de hacer comunidad, de reconocer saberes, y de construir conocimiento de forma participativa. Es una herramienta poderosa para quienes trabajamos desde la educación social, el trabajo comunitario y la investigación situada.
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